En los quehaceres diarios de una persona se pone a prueba que tanto él o ella comprende sobre lo que hace. Un conductor, por ejemplo, debe decidir si acelera más, cambia de carril o frena en determinado momento. Su desempeño es exitoso cuando logra llegar a su destino sin haber puesto a nadie en peligro.
Ésta persona ha aprendido gracias a la experiencia. Primero, tomó un curso en el que un profesor le indicaba que hacer cuando se acercaba otro carro o llegaba a un pare. Manejaba a una velocidad lenta.
Luego manejó sólo por primera vez. Lo hizo alrededor de su barrio, con pocos carros rondando.
Finalmente salió a la autopista, con un poco de nervios. Se equivocó un par de veces, cerrandole el paso a otro vehículo y olvidando activar las direccionales. Sabía que su objetivo era siempre llegar a su destino sin causar peligro alguno.
Cuando enseñamos para la comprensión, nuestros estudiantes son sumergidos en situaciones que son familiares para ellos, y resuelven tareas, utilizando conocimientos previos. El conductor del ejemplo ya sabía escuchar y ejecutar instrucciones antes de empezar a manejar. Su profesor utilizó ese conocimiento para exponerlo a una situación nueva: manejar un carro.
Luego nuestro conductor manejó sólo, con pocos carros a su lado, lentamente. Ya había manejado escuchando instrucciones.
Poco a poco fue completando DESEMPEÑOS DE COMPRENSIÓN. Aprendió de los errores porque su profesor le brindaba RETROALIMENTACIÓN CONTINUA sobre lo que debía mejorar, ofreciendo oportunidades nuevas para pulir sus habilidades.
Todo esto ocurría dentro de un CONTEXTO con el cual nuestro conductor se motivaba leyendo y preguntando sobre el TEMA de conducir con precaución, con el OBJETIVO de manejar precavidamente.
He aquí los cuatro elementos claves de la enseñanza para la comprensión: TEMA, OBJETIVO, DESEMPEÑOS DE COMPRENSIÓN Y VALORACIÓN CONTINUA.
Escrito por Iván Pérez - theexaminedclassroom.blogspot.com
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